PROBLEMAS CON LAS HIPOTECAS, LOS DESAHUCIOS NOS HAN MASACRADO

Perder la casa no es solo un problema económico. Es algo más. Se trata de un drama que afecta a todo el núcleo familiar. Hoy os contamos la historia de José Manuel y María, una joven pareja que tenía una gran proyección de futuro antes de que comenzase la crisis en nuestro país.

BOOM INMOBILIARIOPENSABA QUE ESTO NO PODÍA PASARME A MI

José Manuel acabó Arquitectura y en plena vorágine inmobiliaria encontró trabajo de arquitecto. María, por el contrario, no había estudiado, pero se consiguió colocar como administrativa de una empresa del sector texil.

Tras tres años de noviazgo se casaron por todo lo alto y se compraron una casa con una hipoteca a treinta y cinco años. Una hipoteca de 350.000 euros por una casa de escasos 90 metros cuadrados con gimnasio, piscina y jardines. Les ofrecieron todo tipo de facilidades, era un caramelo, por esos tiempos las viviendas no hacían más que aumentar sus precios y, en un año se vendería por casi el doble. Todo era tan fácil, que incluyeron un coche familiar, un viaje para el verano y la reforma de la cocina para poder personalizar la casa.

La cuota hipotecaria superaba los 1.000 euros, el salario de María, pero no importaba porque José Manuel tenía un futuro brillante por delante, los pisos se estaban vendiendo como churros y él ganaría mucho pero mucho dinero.

Con la llegada de los niños, llegó la crisis y los recortes. En la empresa de Raquel realizaron una reduccion de plantilla y, despidiron a Raquel. Tuvieron que reducir un poco sus gastos, pero el sueldo de José Manuel les seguía permitiendo vivir bien.

El problema llegó dos años después, cuando despidieron a José Manuel, la inmobiliaria ya no conseguía vender los pisos y la empresa iba a piqué.

Con algo de dinero ahorrado y el paro del matrimonio, consiguieron subsistir los primeros meses. Intentaron hablar con el banco, quién les dijo que la letra era lo primero.

Los abuelos comenzaron a ayudarles, pasándoles algo de dinero y llevándose a los nietos a comer a casa casi todos los días.

Pero José Manuel no encontraba trabajo ni como peón y María, quién se había puesto a limpiar casas de particulares, fue también despedida, porque esas familias también habían sufrido la crisis.

Tras varios meses sin pagar la hipoteca, el banco les comunicó que iba a dar paso al desahucio, pero José Manuel no fue capaz de contarlo y la noche previa a que sucediera, decidió saltar la barandilla de su infinita hipoteca, para garantizar la subsistencia de su familia a través de las pensiones de viudedas y orfandad.

de la Redacción